
"Todos necesitan un Uccio en quien confiar"
Es la sombra del heptacampeón del mundo, del mejor piloto de la historia. Lo sabe todo de él y trabaja para que su jefe solo piense en pilotar. Lo demás corre de su cuenta.
--Para que se haga cargo del tipo de entrevista: yendo acompañado de Valentino Rossi, para usted ha de ser facilísimo ligar, ¿no?
--No me crea tan tonto como para creerme tan listo. Uno no puede pretender salir a ligar acompañado de Valentino porque, si lo intenta, sufrirá una de las mayores depresiones de su vida. Todas las chicas del local le buscan a él. En ese sentido, hacerle la competencia a Vale es adquirir un pasaporte para el ridículo.
--Aun así, debe de ligar.
--No demasiado. ¿Sabe por qué? Porque cuando salimos a divertirnos lo solemos hacer en pandilla y casi siempre vamos a los mismos lugares, donde nos conocen ya mucho, donde nos sentimos en familia y, por tanto, solemos pasar bastante desapercibidos. Salimos a pasarlo bien, nada de aventuras.
--¿Cómo empezó todo esto?
--Pues como empiezan las buenas y verdaderas amistades en esta vida: de niños. Vale y yo teníamos, en Tavullia, una panda de tres o cuatro amigos que ahora, tras la crisis que hemos atravesado, hemos recuperado. Somos cuatro amigos de siempre desde que, con 4 años, hacíamos carreras en bici por nuestro pueblo. Carreras que solían acabar en la tapia del cole, con una derrapada y, a veces, habíamos corrido el peligro de entrar a clase por la ventana. Más de un maestro nos avisó.
--Rossi empezó a correr en minimotos, dio el salto al campeonato italiano, luego vino el Europeo y, finalmente, el Mundial. Y usted le siguió.
--Yo siempre he estado loco por las motos. Mi padre nos llevaba a Vale y a mí a los circuitos. Mi ídolo era Kevin Schwantz. Y, sí, cuando Valentino entró en el Mundial, me pidió que le acompañase. Y me convertí en su ayudante, en su segundo apellido, en la persona que no se separa de él. En fin, en su amigo de confianza. Yo creo que todo el mundo necesita un Uccio en su vida. Es decir, un amigo del alma en quien confiar, con quien pasar los buenos y malos ratos. Eso soy yo: el Uccio de Rossi.
--A raíz de la gran crisis con la Hacienda italiana, que ha terminado costándole a Rossi 35 millones de euros, el Doctor ha despedido a todo el mundo menos a usted.
--Yo nunca he querido ser otro, nunca he querido ser más de lo que soy, nunca he querido aprovecharme de su confianza, nunca me he movido de mi papel. Aunque cobre, aunque sea un empleado de Rossi, yo no considero esto un trabajo. Vale es mi hermano, mi mejor amigo.
--¿Y en qué consiste su trabajo?
--En hacerle la vida más fácil a Vale. Ellos tienen un trabajo muy estresante, duro, hasta peligroso, muy sacrificado, y mi misión es intentar que él solo piense en las carreras, en los entrenamientos, en cómo mejorar la moto. De lo demás me encargo yo. Y lo demás es tener el casco a punto, conducir su motorhome, atender a la prensa o acompañar a un invitado suyo. Procuro que su cabeza esté limpia de problemas. Yo solo descanso durante la carrera.
--Usted que conoce a los pilotos, ¿qué opinión tiene de ellos?
--Son gente con unos cojones así de grandes. Y perdóneme la expresión. Son todos muy valientes. Y cuando digo todos, me refiero al primero y al último de la parrilla, al que gana y al que llega el último, todos.
--¿Qué es lo que más le molesta de Valentino Rossi?
--Casi nada. Bueno, sí, que cuando no estamos de carreras parece que no lleva reloj, que no existe el tiempo. Siempre llega tarde, siempre. Y no lo hace queriendo, lo hace porque está de fiesta total, relajado.
--¿Y lo que más le gusta de él?
--Es un enfermo de la perfección. Es más, yo creo que parte de su éxito es tenerlo todo a punto, todo preparado, todo perfecto. Se juega la vida y lo quiere todo en su sitio. Él quiere la cabeza ocupada en pilotar, y por eso se fía ciegamente de los demás para el resto de las cosas. Esa es, además, su fuerza.
--Todos los que están a su alrededor han de comulgar con esa idea.
--Vale quiere respuestas para todo. Todo lo que hacemos ha de tener una explicación y no podemos responder: "Bueno, no sé, ya veremos".
--¿Qué no tolera?
--La falsedad, los aduladores. Él trata a todo el mundo con respeto y quiere recibir idéntico trato. De ahí que haya prescindido de la gente de la que no se fía. Ahora vuelve a confiar en los cuatro amigos de la infancia. Nosotros lo decidimos todo alrededor de una mesa. Nada de reuniones interminables, ni mítines aburridos.
--Dice que piensa correr, en moto o en coche, hasta los 40 años.
--Está mejor que nunca. Entrena más que nunca. Es feliz, pilota alegre, se cuida más que nunca y ha recobrado esa fuerza interior que le empuja a ganar. Está en uno de los mejores momentos de su vida.
--¿Cómo es la vida en el parque cerrado del Mundial de motociclismo?
--El paddock es como un gran bar. Hay amistad, complicidad, solidaridad, compañerismo. Me encanta.
*se podria decir que la amistad entre valentino rossi con uccio en lo personal es como la mira con miriam,x eso estas palabras van dedicadas a ella(siempre permaneceremos así,juntas)
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