
Lorenzo, que vive a dos boxes de su compañero de marca, patrocinador y equipo, Valentino Rossi --uno habita el 19 y el otro, el 21--, no ha querido darle mayor importancia al tema. "Por la mañana, cuando le veo, le digo hola y por la noche, adiós. Esa es toda nuestra relación. Allá él, no me importa. Mejor, el año pasado ya estuve solo en mi box y, la verdad, lo prefiero. No necesito a nadie. Me basto, y no lo digo en plan chulo".El mallorquín, que mandó diseñar un colín y asiento más bajo para estar más cómodo en la moto, asegura que va resolviendo sus problemas y sus carencias día a día. "No tengo ganas de equivocarme, así que si de algo no estoy seguro, no lo digo porque lo primero que aprendí es que, en MotoGP, las sugerencias que haces han de ser ciertas. Debes decirlo convencido. Si dudas, mejor no decir nada porque no puedes provocar una equivocación en los técnicos". Lorenzo reconoce que, en Aprilia, el piloto probador ponía su moto a punto "y aquí, eres tú quien diseña tu moto: aquí pides algo y a los cinco minutos lo tienes ¡Una pasada!"."La potencia no es problema. Esta moto no me la acabo, todavía está un paso por delante mío, pero ya la atraparé, ya", cuenta Lorenzo, que asegura que aún ha de mejorar un segundo. "Tengo un segundo en mis manos. Cuando lo saque estaré cerca de los buenos, pero es el segundo más costoso de lograr, igual tardo un año". ¿El problema?, las curvas: aún le cuesta frenar tarde, "lo más tarde posible", meter la moto, plegar y "salir escopeteado".Eso sí, Lorenzo reconoce que ahora ya se divierte cuando derrapa. "Es una gozada, inimaginable cuando iba en la dos y medio, que ya no sabría pilotar".
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